
Antes de comenzar a hablar acerca de este personaje histórico, es importante que nos remontemos a sus orígenes, como bien podrá notar el lector, su nombre no es muy conocido, esto es porque el personaje del cual voy a escribir, es alguien muy importante en la Historia de México, pero de quien desgraciadamente muy pocos se han ocupado de sacar a la luz los pasajes de su corta vida (solamente vivió 20 años), inclusive es tan poco lo que la mayoría de la sociedad conoce de él que ha habido quienes se han atrevido a negar su existencia. Mi propósito al relatar esta vida es en primer lugar atacar la mentira de que nunca existió, pues Juan Bautista Pascacio Escutia Martínez fue una persona de carne y hueso, tan real como quien ahora esta leyendo la introducción a su biografía en mi blog. Su vida transcurrió en una época muy difícil para el país, nació a comienzos del México Independiente y murió en la guerra de intervención norteamericana, creo que con estos datos y tomando en cuenta el apellido "Escutia" es fácil darnos cuenta de quién se trata, así es, de quien voy a escribir es Juan Escutia, el niño héroe de Chapultepec, del cual, gracias a distinguidas personas y libros he conseguido conocer más profundamente los pasajes de su existencia y ahora quiero compartirlos al escribir en este blog.
La historia de Juan Escutia comienza cuando en 1822, el matrimonio Escutia Martínez llega al Séptimo Cantón de Jalisco (hoy Nayarit) para ocupar la casa ubicada con el número 352 de la calle "Ancha" o de Comercio ( hoy conocida como Hidalgo) rentándosela al señor Manuel Zelayeta. Cinco años después, es la madrugada del 22 de febrero de 1827, están por dar las 3:30 de la mañana, y el sexto hijo de Don José Antonio Escutia Ubirichaga y Doña María Martínez Quintero anuncia su llegada al mundo, se trata de un varón, a quien dan el nombre Juan Bautista Pascacio, derivado de San Juan Bautista (a quien había sido encomendado) y San Pascacio, puesto que nació el 22 de febrero, fecha en que se celebra a tal santo. Así nace Juan Escutia, en una familia de clase acomodada, su padre es un distinguido hacendado que prestó sus servicios por más de 30 años y llegó a ser alcalde de la ciudad de Tepic en el año de 1866. Para cuando Juan Bautista Pascacio nace, sus padres habían tenido ya otros cinco hijos: Antonio, Juan Francisco, Jesús María, Dolores y Micaela. Como la sociedad del siglo XIX en México era muy devota de la religión católica, Juan Escutia es bautizado a los tres días de nacido, el 25 de febrero, en la Iglesia Catedral de Tepic, por el presbítero Don Luis de los Ríos, quien años más tarde será quien supervise sus estudios elementales en la Escuela Parroquial o Particular de Tepic, aquí cabe mencionar que para esos tiempos NO EXISTÍAN las escuelas públicas, pues la Iglesia tenía poder sobre la educación y por lo tanto todas las escuelas eran parroquiales o particulares, como también solía llamárseles. En el acta de bautismo, que se encuentra tras una vitrina en la Casa-Museo Juan Escutia podemos leer lo siguiente: "Tepic. Al margen: Juan Bautista Pascacio. P.R. Al centro: En esta Santa Iglesia Parroquial de Tepic, en veinte y cinco de febrero de mil ochocientos veinte y siete, el Presbítero Don Luis de los Ríos, ministro interino de esta Parroquia, bautizó solemnemente a Juan Bautista Pascacio, de tres días de nacido en esta ciudad a las tres y media de la mañana; hijo legítimo de D. José Antonio Escutia y D. María Martínez. Abuelos Paternos, D. Máximo Escutia y D. María Antonia Aguirichu. Maternos, D. Cosme Martínez y D. Felipa Quintero. Padrinos D. Leonardo García y D. Francisca Vargas, a quienes advirtió su obligación y parentesco espiritual. Y para que conste lo firmo conmigo. (Firma ilegible). Luis de los Ríos. Rúbrica. Así, la infancia y adolescencia de Juan Escutia transcurrieron tranquilas junto a sus padres y hermanos, acerca de su aspecto físico sabemos que era alto, de piel blanca, ojos azules, cabello castaño claro, corto y lacio, delgado y fuerte, en cuanto a personalidad era alegre (de niño gustaba de juguetear por las calles cercanas a su casa) y extremadamente patriótico, pues fue educado bajo la doctrina del amor a México, su familia se inclinaba más por el partido conservador. El sueño principal de Juan Bautista Pascacio fue convertirse en militar y servirle a México de ese modo, a pesar de la época tan difícil y peligrosa que le tocó vivir, pues hacia 1835, cuando Juan tenía solamente 8 años de edad inició la guerra cuyas derivaciones terminarían en la invasión norteamericana y el asalto al Castillo de Chapultepec, lo cual le costaría la vida a muy temprana edad. El día 3 de septiembre de 1846, cuando tenía 19 años, se enteró de la invasión Norteamericana y la toma del Puerto de San Blas, lo cual aumentó considerablemente su patriotismo y sus ganas de pertenecer al ejército. Un día antes, el 2 de septiembre del mismo año, había llegado al Puerto de San Blas la corbeta de guerra americana llamada "Cyane", comandada por el comodoro Roberto F. Stokton, quien declaró el bloqueo del puerto y mantuvo detenida la balandra mexicana "Solista". Don Ramón Menchaca, Comandante del Puerto de San Blas inmediatamente mandó a Tepic los informes de lo ocurrido, y en tal ciudad, el Coronel de Guardias Republicanas y Jefe Político, Don Manuel García Vargas, hizo una proclama al día siguiente para animar a la población de Tepic a tomar armas contra los invasores y seguirlo, obviamente, Juan Escutia escuchó tal proclama, que decía lo siguiente: "Ciudadanos: Una nación que tiene al mundo escandalizado con sus pérfidas y meditadas ursurpaciones: que se precia de libre al mismo tiempo que ensancha el dominio de la esclavitud; cuyo gobierno llamándose culto y popular hasta donde alcanza la civilización del siglo , ensaya hoy poner a la moda el espíritu de conquista, y cuya codicia se dirige a arrebatarnos las porciones más bellas y fecundas de nuestro suelo, viene hoy a inferir nuevos insultos a la dignidad nacional, viene a ondear su pabellón sobre las costas más inmediatas a nuestros hogares, a bloquear el único puerto del Cantón, a interrumpir toda comunicación exterior, y con los puertos litorales del Pacífico, a destruir el comercio y sobre todo, a hostilizarnos por cuantos medios le sugiera su política inmoral". Cabe mencionar que no era la primera vez que Juan Escutia intentaba unirse al ejército, ya lo había hecho con anterioridad y se pasaba largas temporadas viajando de Tepic a la Ciudad de México y viceversa tratando de conseguir su ingreso, pues siempre ponían pretextos para rechazarlo, además de que como es natural, ante tales ciurcunstancias, a sus padres, obviamente no les agradaba del todo que uno de sus hijos estuviera en riesgo de perder la vida, aunque eran muy patrióticos, pues como bien sabemos, un hijo es lo que más se ama en la vida. Así, Juan ya había rebasado el rango de edad límite para entrar al Colegio Militar: 17 años, sin embargo, esta situación poco le importó y en Agosto de 1847 volvió a viajar a la Ciudad de México para intentar, esta vez decidido a lograrlo, ingresar al Colegio Militar. El 8 de septiembre del mismo año, se presentó ante el director del Colegio Militar, el general Mariano Monterde, solicitándole con insistencia un arma, el Director, conmovido por la insistencia de Juan Escutia, accedió a su demanda y lo incluyó en la lista de alumnos como "agregado". Por los graves acontecimientos que se estaban desarrollando no pudo terminar de tramitarse debidamente el ingreso de Juan Bautista Pascacio al Colegio Militar, de hecho, como mencioné anteriormente, la edad límite para ingresar eran 17 años y durante mucho tiempo se pensó que Escutia tenía esa edad, cuando en realidad era un joven de 20 años. Junto con él también fueron aceptados como alumnos agregados: Agustín Melgar, Hilario Pérez de León y José Arias Caballero. Acercándonos al final de la vida de este personaje histórico, en la mañana del 13 de septiembre de 1847 (la batalla comenzó a las 9:00 y duró 2 horas) Juan Bautista Pascacio Escutia se encontraba como vigilante en la azotea del Mirador, cerca del Caballero Alto ( lo cual explica que después se le apodara el "caballero de las alturas") desde donde combatía a los soldados enemigos, casi al final del combate, cuando se dió cuenta de que una de las banderas del Batallón de San Blas no había sido arriada y flotaba al viento todavía en su mástil, en total riesgo de ser quemada por los norteamericanos, Escutia, con el intenso amor a la Patria que lo caracterizaba, se apresuró a arriarla y habiéndolo conseguido corrió con ella entre sus manos debajo del fuego de la metralla enemiga, su intención, al contrario de lo que siempre nos han dicho, NO era arrojarse al vacío con la bandera, sino llevarla a un lugar seguro para sentir como militar que había protegido uno de los símbolos que representan a la Patria, sin embargo, la vida ya no le alcanzaría para cumplir totalmente con tal acción, pues su corazón se detendría antes de que lograra salir de la batalla, es importante mencionar, que si uno visita actualmente el Castillo de Chapultepec, lo que voy a relatar a continuación parecerá no tener lógica, pero he de informarles que la arquitectura que tenía el Castillo en ese entonces era diferente, pues estaba pensado como Academia Militar, por lo tanto, los pasillos eran más angostos, y si una persona caía desde el piso superior, no lo alcanzaba a detener nada, posteriormente a la batalla del 13 de septiembre, el Colegio Militar quedó prácticamente muy destruido, después se le rehabilitó para seguir funcionando como Colegio Militar, y años más tarde, comenzó a sufrir grandes cambios en su arquitectura al ser ocupado por Maximiliano y Carlota y diversos presidentes. Pero volviendo a nuestro tema, nos quedamos en que Juan Escutia había salido corriendo con la bandera para llevarla a un lugar seguro lejos del alcance de los norteamericanos, sin embargo la muerte se lo llevó a él antes al verlo un soldado yanqui y dispararle desde el piso inferior, se tiene conocimiento de que este disparo debió de haberle atacado por la espalda, puesto que Juan no lo vió para esquivarlo a tiempo, por efecto del impacto del disparo, Juan Escutia perdió el equilibrio y herido de muerte se cayó enredándose con la bandera y rodando entre los peñascos del cerro, hasta que, ya sin vida, su cadáver fue detenido por la roca que se encuentra todavía a escasos metros de donde se levanta el antiguo Monumento a los Niños Héroes. Después de que concluyera la batalla de Chapultepec, último fuerte para que los norteamericanos derrotaran a México y se posesionaran de los territorios en conflicto, todos los sobrevivientes mexicanos fueron tomados como prisioneros, y en cuanto a los muertos, entre los cuales estaba Juan Bautista Pascacio Escutia Martínez, los cadáveres fueron abandonados en los lugares donde se encontraban, a la intemperie, pues los invasores cerraron el territorio y lo mantuvieron bloqueado hasta que se firmó el Tratado de Guadalupe- Hidalgo, de este modo, al contrario de lo que algunos piensan, el cadáver de Juan Escutia NO fue quemado sino abandonado a la intemperie en el lugar donde había caído cerca de 6 meses (de septiembre a febrero). La noticia de la derrota de México frente a Estados Unidos cundió por todo el país, y obviamente, no escapó a los oídos de la familia Escutia Martínez, no hace falta describir la reacción del matrimonio Escutia al enterarse de la muerte de su hijo Juan Bautista Pascacio, sabemos que Don José Antonio y Doña María viajaron hasta la Ciudad de México con el objetivo de recoger el cadáver de Juan Escutia, y talvez con la esperanza interior de que todo fuera un error y él estuviera vivo. Así, el cuerpo de Escutia fuer reconocido y separado de la bandera ( la cual anteriormente se encontraba en la casa museo Juan Escutia, en ella todavía pueden observarse las manchas impregnadas de sangre , pero por razones desconocidas, el INAH se la llevó y la mantiene bajo su custodia), se sabe que NO está enterrado en monumento a los Niños Héroes, sino en un panteón de Tepic, probablemente junto con sus padres. Se sabe que los hermanos de Juan Escutia se casaron y tuvieron descendencia, un ejemplo, es Dolores Escutia viuda de Lanzagorta, quien fue hija de Antonio Escutia Martínez, y por lo tanto, sobrina de Juan Escutia, en su juventud, fue la mejor amiga del conocido Poeta Amado Nervo, incluso, este último le dedicó un poema titulado "Ritmos", también Juan Francisco Escutia, contrajo matrimonio con Inocencia de Quevedo y tuvo dos hijos varones, sobrinos también de Juan Escutia: Francisco y José, de Francisco Escutia y Quevedo desciende Manuela Escutia, sobrina-nieta del niño héroe, quien en 1947 escribió una carta donde explica la ascendencia de su familia, actualmente se tiene conocimiento de que hay choznos (descendientes en quinta generación) de los hermanos de Juan Escutia, pero ninguno de ellos reside en Tepic. En 1869, José Antonio Escutia y María Martínez de Escutia abandonan la casa en donde nació su hijo Juan Bautista Pascacio y se trasladan a vivir a una casa ubicada a un lado del Congreso del Estado, sobre la avenida en Tepic que actualmente lleva el nombre de "México". También se tiene conocimiento del Testamento de Don José Antonio Escutia (padre de Juan Escutia), en el cual podemos saber que murió en 1876 ( 29 años después de su hijo y cuando su esposa, al la cual quería mucho también ya había fallecido) a los 82 años de edad, enfermo pero en pleno uso de sus facultades mentales, donde nos habla de que es originiario de la villa de San Miguel de Horcaditas en el estado de Sonora,y sus padres, Máximo Escutia de Toluca, y María Antonia Ubirichaga (el apellido "Agurichu" expresado en el acta de bautismo de Juan Escutia, si se fija el lector, se consigue al revolver las letras de "Ubirichaga", no sabemos el porqué doña María Antonia decidió cambiar las letras), de Alamos, sabemos que José Antonio Escutia nació en el año de 1794. Después de todo lo escrito anteriormente, claro, que hay muchos más detalles por descubrir, pues cuando uno se dedica a investigar acerca de la vida de una persona, descubre que en la Historia nunca se termina de armar completa y totalmente una biografía, pues cada vez se descubren más y más detalles que antes no se sabían, pero con esta biografía espero que los lectores aprecien el conocimiento que quiero compartirles y comprendan que Juan Escutia, como lo mencioné al principio, fue una persona de carne y hueso tan real como nosotros.